Aqui les dejo esta mandarina para que se la chupen, cortesía de mi hermano del alma Romulo...Chas gracias!!!
Cuentos de terror para tiranos insomnes
Charito Rojas
"La primera noche ellos se acercan y cogen una flor de nuestro jardín, y no decimos nada. La segunda noche ya no se esconden pisan las flores, matan nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día el más frágil de ellos entra sólo en nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada ya no podemos decir nada."Vladimir Maiakovski, poeta ruso soviético, 1893-1930, que terminó pegándose un tiro cuando se dio cuenta de que no había hombre libre en el socialismo soviético, sino una nueva forma de esclavitud: la del pensamiento.
El tirano tenía ya ocho años en el poder. Su partido comunista se aseguraba de lustrar su trono con la babosa adhesión de quienes carecen de dignidad. Los ciudadanos que se dicen apolíticos están inermes ante la fuerza totalitaria que copa todos los espacios públicos. Desde hace mucho tiempo no creen en políticos ni en partidos. Aceptan silenciosos al tirano porque si no es él (r)quién? (r)dónde está el líder que lo enfrente?. El régimen fabrica en serie muertos, exiliados, refugiados, presos políticos. La reelección consecutiva del tirano es una burla a la democracia.
Pero el descontento se respiraba en el aire infeliz de un pueblo reprimido. Un grupo de muchachos decidió levantar el ánimo de la gente y con sus blancas manos extendidas comenzaron a murmurar "Libertad!" por las calles de la capital, por las esquinas de los pueblos, por las veredas de los caseríos. No eran muchos, pero eran jóvenes, osados y esperanzados. Poco a poco, se unieron más y más estudiantes al grupo, que se llamaba a sí mismo "Resistencia". El símbolo del puño en forma de flor comenzó a aparecer en paredes, puertas, vagones, bancos de plazas, papeleras, postes. El país entero ya conocía el símbolo y poco a poco se enteró que se trataba de un grupo de estudiantes que nada tenían que ver con partidos políticos, sólo querían un país libre y lo pedían con una sonrisa.
El descontento, el enojo, la radicalización crecían y los muchachos aprovechaban para hacer sus manifestaciones libertarias en plazas públicas. Lo que empezó como una inocente protesta de un montón de jovencitos se convirtió en un movimiento de arrechera nacional hacia un régimen opresor. El Ministro de Comunicaciones acusó a "Resistencia" de neo fascistas y terroristas. En las plazas, armados de un megáfono, hacían sus demostraciones; jovencito con la franela de Resistencia, gruesos lentes y cara de buena gente era señalado por un compañero que decía "Mírenlo, este es un terrorista, mide 1,80, tiene 20 años y usa lentes porque lee mucho y en este país, leer es un delito". La gente reía las ocurrencias y pensaba lo ridículo que era el Ministro acusando a aquellos estudiantes de terroristas.
Desesperado ante la protesta inteligente y pacífica, el régimen hace una ola de arrestos. Cada vez que ocurría uno, el grupo Resistencia se paraba frente al sitio donde estaban los detenidos y con un megáfono preguntaba cómo estaba el detenido, si había comido, si tenía cama donde dormir, dónde estaban los abogados. Como una bola de nieve, la gente se unía en esos plantones hasta que las autoridades, bajo la mirada acuciosa de la prensa internacional, soltaban a los detenidos. El tirano sabía que mientras los medios de comunicación independientes que aún sobrevivían en el país reportaran estos sucesos, tendría cada vez más dificultad para justificar sus atentados contra las libertades ciudadanas. Pero su temperamento obcecado y la convicción de ser todopoderoso le llevó a cometer su peor error: ordenar el cierre de una estación de televisión, dos radios y un periódico.
La gente, movida por el arrojo de los estudiantes, tomó las calles. Allí estaban, como fantasmas, recordándole al tirano que uno solo no podrá nunca contra la voluntad de muchos. Nadie, absolutamente nadie les iba a decir qué ver, qué escuchar o qué leer. Al tercer día de esta vigilia multitudinaria, la fuerza pública arremetió con peinillas, bombas lacrimógenas y perdigones. El grave error del gobierno fue agrandar el círculo de opositores: la agresión no fue contra sus adversarios políticos sino contra todo un colectivo que vio lesionados sus derechos humanos. "Resistencia" tomó la bandera oportunamente e incluyó en la protesta a ricos y pobres, a todas las razas, etnias, religiones, porque el asunto era contra todos y la agresión los unía en una sola causa. Presionaron a los líderes de los partidos políticos que sobrevivían a duras penas frente a la masacre del partido único del autócrata. Los pararon a todos en un escenario frente al pueblo y ninguno dejó de asistir al acto por aquello de "no ceder espacios". Allí los hicieron darse la mano y jurar unión, cargando casi obligados la bandera con el símbolo de "Resistencia". Eligieron entre ellos a un candidato, un oscuro líder de provincia, de un pequeño partido, sin rayas políticas y sin experiencia. Lo nombraron candidato presidencial y los estudiantes se lanzaron por el país hablando de derechos humanos, de libertad.
El mensaje era claro: al tirano no le importa cuanto daño o sufrimiento ocasione a su pueblo. Sólo le importa mantenerse en el poder. La mayoría entendió lo que Resistencia les decía y confiaron en los muchachos que les abrían los ojos con la lógica simple de los espíritus puros, con los valores intocados de quienes creen en la paz y el amor. El tirano, asustado, salió con una de sus tretas y adelantó diez meses las elecciones para que "sus enemigos", es decir, los ciudadanos del país, no se pudiesen organizar. Necesitaba relegitimarse y ganar, así fuera robando las lecciones. La televisión del Estado o sea, el vocero del tirano, lo da como ganador, pero las encuestadoras privadas desmienten eso.
"Resistencia" y los motores políticos de la campaña se refugian en las pequeñas televisoras y radios independientes, hacen campaña cara a cara con el efectivo slogan "Está acabado!". Todo el mundo sabía quién estaba acabado y el grito de campaña les daba fuerza para cumplir el deseo. Más que nunca se evidenció el pago que hacía el régimen a los asistentes de sus mitines. Diez mil mesas electorales requerían treinta mil veedores que certificaran el conteo final. Esas treinta mil personas se alcanzaron rápidamente, con la voluntad de hierro del que desea liberarse de una pesada carga. Los ojos del mundo se trasladaron escrutadores a las bocas de las urnas, conocedores de la historia de fraudes anteriores. Imposibilitado de mentir a tantos, el tirano tuvo que reconocer la derrota electoral.
"Resistencia" anunció la victoria diciendo: "Ganamos porque amamos la vida y la vida no se puede derrotar". El tirano se quedó en el país creyendo que podía seguir como si nada, perturbando la paz ciudadana con sus amenazas de retorno al poder. Nueve meses después de la debacle electoral, fue aprehendido por orden del Tribunal Penal de La Haya, acusado de crímenes contra la humanidad. Casi once años estuvo martirizando a su pueblo, que no pudo ver el castigo final al tirano, pues tras cuatro años de presidio y a punto de ser sentenciado, murió de un piadoso e inmerecido infarto.
Este cuento para tiranos insomnes está basado en la historia del movimiento estudiantil serbio Otport (Resistencia), que logró movilizar a su pueblo y derrotar pacíficamente al tirano Slobodan Milosevic, en la Yugoslavia del año 2000. Y colorín, colorao, mucho ojo que este cuento no se ha acabado. Hasta el próximo miércoles.____FIN DE LA CITA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario